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miércoles, 18 de abril de 2012

Cuando la derrota te espera



Quedan solo cuatro días para el clásico y las noticias no pueden ser peores para el Madrid. El equipo ofrece síntomas de agotamiento físico y da la sensación de que le queda muy poca gasolina en el depósito. Estamos ante los siete días más difíciles de la temporada y dónde realmente se la juegan todos los equipos. Son sólo tres partidos, una triada formada por ciudades como Munich, Barcelona y Madrid, pero son los más relevantes y los síntomas del equipo denotan que ya lo ha dado todo y que no da para más alegrías.

El diario Sport titulaba en su edición electrónica "El Madrid da pena" en referencia a su actuación en Munich. La noticia no es que pusiera al Madrid "a caer de un burro", como suele ser habitual, sino que prefiriera titular con el Madrid, por delante de un partido tan importante como el que tiene esta noche el Barcelona en Stamford Bridge. La realidad es que los cuchillos se están afilando para la esperada caída del Madrid de Mourinho. Algo que puede suceder si tenemos en cuenta en los últimos meses la caída de rendimiento del equipo blanco. ¿Aguantarán? Comenzamos analizando el partido de ayer.

La batalla de Munich

Tras ver el partido intentado abstraerme de la opinión pública, siempre negativa con el equipo de Mourinho, tuve la sensación final de que el Madrid había salido a marcar un gol y no a ganar el partido. Para la gran mayoría de columnistas deportivos eso es un pecado capital. Para mi no. Los argumentos son siempre económicos, que si el Madrid se ha gastado esto, que lo tienen todo. Una pérdida de tiempo en el fútbol. En este deporte el dinero no es igual a éxito. Seguramente por eso nos gusta tanto a todos.

La situación es la siguiente: gol de córner del Bayern de Munich en la única ocasión que tienen en la primera media hora. Hasta ese momento el Madrid había metido al equipo alemán en su área. Percibí miedo en los jugadores del equipo bávaro, del todo inesperado. Cuando estás en semifinales de Champions en un campo como el Allianz Arena con una ambientazo espectacular, y te ves un gol abajo, lo único que puede pasar es que te metan uno detrás de otro. Eso no ocurrió.

El Madrid, aunque algunos quieran hacernos creer lo contrario es un equipo joven y en formación, jugadores como Mesut Özil (23), Karim Benzema (24), Ángel Di María (24), Gonzalo Higuain (24) o Marcelo (23) son titulares. En situaciones de semifinales de Champions, con un gol abajo en campo hostil, se necesita carácter. Y el equipo no se vino abajo. Eso fue lo positivo. El gol de Mario Gómez en el minuto 89 es el precio que hay que pagar cuando juegas en Alemania ante un coloso del fútbol como el Bayern de Munich. En España somos especialistas en minusvalorar al adversario, cuando siempre juegan, y tienen muchas cualidades.

La realidad física del Madrid tiene mala pinta para el futuro y es achacable a la poca confianza que Mourinho tiene en los suplentes. Lo mejor que el portugués ha hecho por el equipo de Chamartín ha sido imprimirle un carácter tal, que ante la adversidad no se viene abajo. Basta recordar las goleadas recibidas en anteriores ediciones de la Champions ante Liverpool (4-0) en 2008 o ante el Arsenal en 2006. El equipo merengue no tenía respuesta, ni orgullo de equipo grande ante cualquier contratiempo. Ayer el Madrid estuvo en peligro hasta el gol de Özil. Después salió el trabajo de 20 meses, respeto por el rival y por el escenario.

Cuando la derrota te espera


Ahora y tras recibir unas críticas feroces por parte de la propia prensa de Madrid (Coentrao y Mourinho especialmente) se enfrentan al toro de la temporada. Solo una victoria en los últimos 10 enfrentamientos con el Barcelona, colocan al equipo madridista ante el abismo. Seguramente en su peor momento y ante el mejor Barcelona del año. Solo la derrota les espera y les aboca a un final de liga en la que 1 solo punto de diferencia sería una condena, con un equipo en linea ascendente y otro en descendente.

Nubes negras para la afición del Madrid, y sol radiante para sus rivales. El fútbol como siempre repartirá ilusiones y desilusiones a partes iguales. Veremos.

Un abrazo,